Como muchos sabéis ya, y a otros
os lo cuento ahora, Haro, Capital del Rioja, cuna de morapio y corazón de
tradición vitivinícola, está a punto de
celebrar el festejo más importante a nivel nacional e incluso mundial relacionado con el sagrado elemento, la deseada “batalla del vino”.
Y es que el 29 de Junio, la contienda
de interés turístico nacional, toma forma en los riscos de Bilibio donde los
participantes vestidos de blanco (no me refiero a traje de novia, listillos) y
con pañuelo rojo al cuello, acuden puntuales a una guerra cuyas únicas municiones
son vino y almuerzo, y donde diversión, leyenda y tradición se combinan.
Todo empezó tras la muerte de San
Felices de Bilibio a mediados del S. VI. Los habitantes de la zona comenzaron a
visitar la cueva de los Riscos de Bilibio, en la que se encontraban enterrados
sus restos. Durante muchos siglos peregrinaron de manera desorganizada, dadas
las numerosas dificultades que la realización de este culto en tales épocas
exigía.
Pero, con el paso del tiempo,
este peregrinar se convirtió en algo tan popular que, hacia el S. XV, el
Concejo de Haro animó al pueblo a organizar de forma oficial la romería a los
Riscos de Bilibio. Hay datos que certifican que, hacia mediados de este siglo,
se realizaban ya festejos alrededor de esta romería los días de San Juan y San
Pedro, como los típicos almuerzos posteriores a la misa, de lo que se desprende
que ya en esas fechas se celebraba y guardaba fiesta en la localidad jarrera en
tan señaladas fechas.
En el S. XVIII se construía la
primera ermita en los riscos, con lo que es probable que, a partir de este hecho,
los jarreros y los habitantes de los pueblos cercanos comenzaran a festejar la
romería como una más de las actividades a realizar en honor del que se
convertiría en su patrón.
Poco antes de entrar en el S. XX
comienzan a realizarse los primeros bautizos de vino, como denominaban entonces
los asistentes a la fiesta a los remojones de vino. De esta manera, el culto
religioso y la fiesta pagana quedarían unidos para siempre en las celebraciones
de Haro.
Cuenta la leyenda que el
conflicto territorial entre la localidad burgalesa de Miranda de Ebro y la
riojana de Haro por la posesión de la zona de los riscos de Bilibio da origen a
una disputa, de forma que si los vecinos de la villa riojana no acudieran un año a esta cita perderían el
dominio de esta zona y pasaría a jurisdicción de la vecina Miranda de Ebro. Por
ello, el Regidor Síndico de la villa jarrera colocará cada 29 de Junio, en la
parte alta de estas peñas el pendón de la ciudad, en señal de posesión. Desde entonces, el vino se usa
como arma, convirtiéndose así en la esencia de la fiesta. La gente comía y
bebía hermanada, y cantaban y reían hasta desfallecer. Y como el vino nunca
faltó por estos lares, la tradición de la batalla continuó hasta hoy en día.
Y si quieres un consejo de
bloguero, este año tampoco te la puedes perder. Como ves es una fiesta para los
jóvenes, para los guapos, para los blancos, para los negros, para el feo, para
los jarreros, para los guiris, para los quesos, para los mayores, para los
amigos, para la familia, para los reencuentros, para el pasado , para el futuro, para la
diversión, para mí, para tí.
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